jueves, 13 de enero de 2011

Capítulo VI


Huida.


Inaya y Kahina se movían rápidamente por los pasillos de palacio, corriendo y sin aliento,  Inaya pensó en algo que la hizo parar <<sus hijos>>, y de inmediato se quedo parada. Un escalofrió le subió desde los pies hasta el cuello al pensar en que podrían hacer a sus hijos por su culpa. Inaya se giro y se dispuso a salir corriendo en busca de sus hijos, pero una mano le agarró.
            -Déjame ir Kahina, tengo que salvarlos, ¡¡los mataran!!-  dijo Inaya llorando.
         -A las únicas que nos mataran serán a nosotras. Por favor vámonos de aquí.
         -Necesito verlos por última vez… por favor- Kahina asintió con la cabeza.
         -Gracias. Nos veremos en campo de los amados. Te diré como llegar. Sigue todo este pasillo recto, y gira a la derecha, saldrás al campo de armas, crúzalo y sal del palacio todo recto, adéntrate en el barrio pobre y dirígete hacia la luna, síguela hasta que llegues al Gran Rio, allí nos encontraremos. Suerte- Inaya salió corriendo adentrándose en las oscuras dependencias del castillo.
         <<no puedo parar, aunque me estalle el corazón y los pulmones me ardan, debo asegurarme de que mis hijos estén bien>> ese pensamiento resonaba en la cabeza de Inaya, convirtiéndola en una autómata que solo pararía de correr al llegar a su destino.
         Sus dos hijos estaban durmiendo plácidamente, Inaya entro en el cuarto de sus hijos, pensó en llevárselos con ella, pero recapacitó; en el palacio vivirían  llenos de riquezas y no pasarías hambre. Los beso tiernamente en la frente y se fue llorando, recordó la despedida con su familia, y el regalo que su adre la hizo. Y recordó: “Ábrelo cuando llegue el momento, en que estés en peligro” tal vez ahora estuviera en peligro, y tuviera que utilizarlo para salvar la vida de aquellas personas que ella más quería.