miércoles, 25 de mayo de 2011

Capítulo x

El Fénix se alza sobre las cabezas de los enemigos.
         La voz de la joven, sensual y peligrosa, resonaba por el aire acompañado de la suave brisa del Nilo. Se materializaba en una y otra parte dejando a su paso una columna de humo, era imposible de atacar, los enemigos solo podían mirar.  
         -Bien, acabemos con esto, ¿Estáis de acuerdo?- Dijo la voz de la chica, que se tele transportó en las espaldas de los guardias, y con, un solo gesto de brazo, una onda expansiva los lanzo a todo por los aires. Los hombres se incorporaron y huyeron por entre los arbustos.
         La mujer se acerco a Inaya y a Kahina y las ayudó a ponerse en pie, a continuación dijo:
         -¿Hacia dónde os dirigíais?
         -Huíamos de Egipto, Inaya- dijo Kahina señalando a su compañera- mató al Faraón para salvarme, ahora su marido será el faraón.
         -Pues ahora os guste o no vuestro lugar está a mi lado. Nuestro deber es encontrar a las 5 Guardianas y despertar a La Madre Naturaleza, el mundo está consumiéndose poco a poco, y un gran mal se está apoderando de ese debilitamiento para hacerse con todo el poder en la Tierra.

miércoles, 13 de abril de 2011

Significados

Nombres de Ojos de Agua
Inaya: Origen egipcio, Preocupación, solicitud.
Hamza: León; nombre del tío del Profeta.
Firas: Origen egipcio, perspicaz.
Ratteht: Nombre inventado, morfema Ra, designa al dios solar de la mitología egipcia.
Asenath: Origen hebreo basado en unos fonemas antiguos egipcios.
Kahina: Origen Africano (sin especificar). Princesa guerrera.

Nombres cogidos de la siguiente web: (excepto los inventados)
http://cleoppatra.com/category/nombres-egipcios/

miércoles, 30 de marzo de 2011

Capítulo IX

La joven del Fuego.

         Kahina encontró a Inaya revolviéndose en el suelo del dolor mientras las llamas que se habían apoderado de su cuerpo se consumían muy lentamente. Extendió las manos hacia la herida y sin rozarla, Kahina fue lentamente insuflando vida a las células de Inaya que rápidamente se fueron regenerando. Las consecuencias de utilizar ese gran poder que le  habían concedido, fue haciendo mella en su alma y en su cuerpo. Un sudor frío recorrió el cuello y la frente de la muchacha, mientras su amiga, ya sin llamas en su cuerpo, mientras que su cuerpo en carne viva se iba curando.
         Demasiado para una joven, Kahina se derrumbo al lado de Inaya, su fuerza mágica había desaparecido casi por completo, e Inaya aun no estaba curada, en su cuerpo de diosa había quedado una parte del brazo derecho con una gran cicatriz.
         El ruido de pisadas cercanas despertó a Kahina. La joven aun exhausta se incorporo y se alzo por encima de los setos que las tapaban de las miradas enemigas. Eran generales de Faraón, ya le habrían descubierto, y tal vez a esa hora ya hubieran matado también a los hijos de Inaya. ¿Qué hora es?, se preguntó Kahina, y alzo la mirada al cielo, el sol se encontraba encima de ellas. ¿Cuánto habrían dormido?
         -Inaya, despierta por favor, tenemos que partir, despierta- Kahina toco el brazo a Inaya y esta se encogió de dolor pero no abrió los ojos en ningún momento.
         La joven preocupada giro la cabeza para mirar si había enemigos a la vista. La muchacha soltó un grito que advirtió a todos los soldados de su presencia, una cobra negra la estaba mirando fijamente.
         Sin previo aviso el sol desaparece, extrañada Kahina alza la vista y ve un futuro muy negro, los hombres del Faraón las rodea y la víbora aun sigue sacando su bífida lengua advirtiendo de un ataque próximo.
         -Levantad- dice un hombre alto y con una gran cicatriz en el torso, parecía el capitán del escuadrón que tenía  delante. Kahina hace intento de levantarse, pero la serpiente la bufa y vuelve a sacar la lengua. Está entre la espada y la pared, o mejor dicho contra todo un ejército y una víbora negra egipcia.
         -¡¡Levanta!!-Dice el hombre. Kahina se dispone a levantarse en el momento en el que la serpiente se abalanza contra su rostro con la mandíbula desencajada y los colmillos segregando veneno. Sin previo aviso la serpiente arde y cae a la hierba retorciéndose.
         Los hombres se asombran al ver esto, y a la vez se asustan.
         -Levanta, rápido, y como se te ocurra utilizar tus poderes de…
         -Eh, chicos, ¿Decíais algo sobre… poderes?-Los hombres giraron la cabeza, detrás de ellos se encontraba una mas o menso de la misma edad que Inaya, e igual de bella que Inaya, sus facciones asiáticas arabescas la concedían una belleza lujuriosa y amenazante.
         -Cogerme si podéis- La joven sin nombre se envolvió en llamas y desapareció dejando una columna de humo blanco que al rato desapareció.

lunes, 21 de febrero de 2011

Capítulo VIII

Kahina y la Diosa de la Tierra.

         -Por fin os encontré, ¡¡Brujas!!- el hombre de negro se bajo la tela que le cubría el rostro, y de sus entrañas salió una gran llamarada de fuego. Rápidamente, una figura esbelta y bella se interpuso entre el fuego y la muchacha. Era Inaya que con un movimiento de mano repelió el fuego de su enemigo.
         La mano de Inaya refulgía con un intenso brillo, como cuando el sol de la mañana sale y se refleja en el hielo de la noche pasada.
         -Inaya… ¿cómo has hecho eso?- dice Kahina titubeando.
         -No lo sé, simplemente actué por intu… in…-sus ojos cambiaron drásticamente en cuestión de segundos, la piel se volvió grisácea y en  un instante se abalanzó contra el enemigo con un alarido de furia.
         El hombre casi sin tiempo de reaccionar rodó por el suelo, y del bolsillo sacó una especie de cuchillos que los lanzo contra Inaya, pero esta los repelió con la misma facilidad que el fuego de antes, de la mano se desprendió escarcha e Inaya se miró con curiosidad. Con voz gutural y casi de ultratumba se dirigió al hombre.
                   -¿Quién eres?, hombre.- dijo con desprecio. La figura desfigurada de lo que sería un rostro se movió y dijo:
                  -Yo no soy nadie, solo un peón en este gran juego, pero mi adorado líder se llama Hamdan, El Alabado, recordadlo, y ahora, ¡¡os matare!!
-Haz que el fuego del corazón en su cuerpo arda sin compasión.
         Una llama salió espontáneamente del hombro de Inaya, con tal fuerza que la lanzo hacia los arbustos. El hombre se dirigió hacia Kahina, que tenia un ojo de un tono marrón claro y el otro de un verde hiedra, que hacia que su rostro fuera magnífico. Detrás, entre los arbustos una columna de humo se veía a través de la oscuridad mientras los gritos de dolor de Inaya se metían en los odios de Kahina quien ya no lo podía soportar.
-Diosa de la Tierra, dame tú poder.
         Al decir estas palabras salió corriendo en busca de su amiga, el hombre volvió a lanzar su aliento flamígero contra Kahina, pero detrás de ella se alzó una alta pared de barro y hierba mientras seguía corriendo sin parar.
         El hombre incansable seguía lanzando sus ataques mientras que Kahina los repudiaba continuamente. Un sudor frió caí de la frente de la muchacha, rápidamente salto, se giró hacia atrás, alzo los brazos haciendo retumbar el suelo, al bajarlos, un gran número de rocas cayó sobre el hombre.
Kahina aliviada corrió hacia Inaya.

jueves, 3 de febrero de 2011

Capítulo VII

                Utiliza nuestro poder, Kahina.

         Después de ver a sus hijos por última vez, Inaya recorrió otro pasillo y entró en su habitación. << Había tenido mucha serte, el Príncipe Hakem no se encontraba allí, seguramente estaría con su gran concubina Miu, y con la que tantas y tantas veces compartí lecho, junto con mi esposo >>
         Se dirigió hacia la cama de matrimonio que tan malos recuerdos la evocaba, con mucho esfuerzo la desplazo hacia un lado, bajo esta se encontraba un sueldo baldosado.  Dibujos geométricos decoraban aquellas losas del suelo, excepto una, esa que Inaya, una mañana de verano descubrió, y se adentro en el interior de Egipto. Con cuidado levanta la baldosa y baja por el estrecho y angosto agujero.

Mientras tanto, en el campo de los amados…
Kahina estaba sentada en la fría hierva bañada por el suave roció de madrugada, con gran nerviosismo arrancaba grandes puñados de hierba del suelo, para después lanzarlos al aire y lentamente decir unas dóciles palabras.
Aere meum Deus meus, vocem meam vitae meae
(Mi aire mi dios, mi vida mi voz.)
         Lentamente las briznas de hierba se fueron elevando acompasada mente, primero a la derecha luego a la izquierda, dieron una vuelta y siguieron con su juego, parecían una par de hadillas traviesas revoloteando de aquí para allá.
         Unos metros más allá donde Kahina se encontraba, un ser en sombra apareció tras los setos salvajes. Vestía ropajes negros que le cubrían todo el cuerpo, y solo le dejaban ver unos intensos ojos dorados, sus manos acabadas en unas largas uñas se tensaban alrededor de dos artilugios que refulgían odio.
         Automáticamente los pequeños trozos de hierba pararon de revolotear para acabar cayendo contra la orilla del Nilo.
         -Por fin os he encontrado- dijo el hombre tras la oscura tela, mirando fijamente a los trozos de hierba camuflados tras miles de brotes similares. La imagen de la hierba con dos pequeñas flores blancas y puras, se reflejaban en los ojos vacios y sin vida de aquel ser.
        

jueves, 13 de enero de 2011

Capítulo VI


Huida.


Inaya y Kahina se movían rápidamente por los pasillos de palacio, corriendo y sin aliento,  Inaya pensó en algo que la hizo parar <<sus hijos>>, y de inmediato se quedo parada. Un escalofrió le subió desde los pies hasta el cuello al pensar en que podrían hacer a sus hijos por su culpa. Inaya se giro y se dispuso a salir corriendo en busca de sus hijos, pero una mano le agarró.
            -Déjame ir Kahina, tengo que salvarlos, ¡¡los mataran!!-  dijo Inaya llorando.
         -A las únicas que nos mataran serán a nosotras. Por favor vámonos de aquí.
         -Necesito verlos por última vez… por favor- Kahina asintió con la cabeza.
         -Gracias. Nos veremos en campo de los amados. Te diré como llegar. Sigue todo este pasillo recto, y gira a la derecha, saldrás al campo de armas, crúzalo y sal del palacio todo recto, adéntrate en el barrio pobre y dirígete hacia la luna, síguela hasta que llegues al Gran Rio, allí nos encontraremos. Suerte- Inaya salió corriendo adentrándose en las oscuras dependencias del castillo.
         <<no puedo parar, aunque me estalle el corazón y los pulmones me ardan, debo asegurarme de que mis hijos estén bien>> ese pensamiento resonaba en la cabeza de Inaya, convirtiéndola en una autómata que solo pararía de correr al llegar a su destino.
         Sus dos hijos estaban durmiendo plácidamente, Inaya entro en el cuarto de sus hijos, pensó en llevárselos con ella, pero recapacitó; en el palacio vivirían  llenos de riquezas y no pasarías hambre. Los beso tiernamente en la frente y se fue llorando, recordó la despedida con su familia, y el regalo que su adre la hizo. Y recordó: “Ábrelo cuando llegue el momento, en que estés en peligro” tal vez ahora estuviera en peligro, y tuviera que utilizarlo para salvar la vida de aquellas personas que ella más quería.