sábado, 13 de noviembre de 2010

Capítulo III

Noches de dolor.

        Después de acostar a los dos niños, me dirijo hacia los baños, allí me espera un cálido y relajante baño entre pétalos de rosa. Recorro los pasillos sin ningún impedimento.
         En la habitación  se halla  un gran cuadrado lleno de agua echando un humo relajante, con olor a rosas. Cuando llegué allí había cuatro mujeres, que me quitaron la ropa, la doblaron y la dejaron doblada en el borde de aquella “piscina” inmensa, enfrente de donde yo estoy.
         Lentamente mi cuerpo se relaja de nuevo, y vuelvo a pensar en mi familia, hago salir a las cuatro muchachas. Estoy sola.
Me quedo dormida.
         La baja temperatura del agua ya tibia me despierta. Escucho voces a través de la puerta. ¡¡ Mierda, no puede ser!! Precipitada, salgo corriendo desnuda de la “piscina”, para coger mi ropa, en ese momento el Faraón abre la puerta.
         -Ah¡¡¡ Hay estas!!!
         -No, déjame en paz-  me pongo la fina vestidura de lino, delante de mi cuerpo para protegerme. Despacio el agua va calando la ropa, y  la figura de mis pechos, de mi abdomen y de mis piernas se van dibujando  a traes de esa fina capa de tela blanca.
         El Faraón se abalanza sobre mi, los dos caemos al suelo, me tapa la boca para que no grite, el está muy excitado, y cuanto más me resista se pondrá más aun. Pero no me dejare, no.
         Le muerdo la mano, hace una pequeña exclamación de dolor y a continuación ríe.
         -¿Eso es lo único que vas a hacerme? ¿Quieres que te diga lo que me puedes morder?- vuelve a reír.
         -Me das asco-Le propino un fuerte codazo en la nariz, un gran hilo de sangre emana de su nariz.
-¡¡Zorra!!- me agarra de mi cabellera, para hacerme levantar y coge un cuchillo de su cinturón-¿te crees importante por ser hermosa? ¿Veremos que harás sin esa hermosura?- me acerca el cuchillo a la cara, mil y una vez me ha amenazado con rajarme la cara ya que su intelecto no daba para más.
 Vuelve a reír, esta vez una estruendosa voz sale de su boca, parece como si estuviera poseído, pero solamente está bebido. El cobre del cuchillo roza mi piel haciéndome un arañazo.
         Sin saber el motivo, una lágrima se resbala por mi mejilla. Él lo toma como un signo de debilidad y rendición, yo lo tomo como un punto y final.
         Le escupí en el ojo, me empujo hacia el agua y me caí. Andando lo más rápido posible para salir de allí, resbalo, caigo y me sumerjo en el agua, pero nada me impide cruzar la piscina hasta el otro lado.
Rápidamente el Faraón rodea la piscina y se tira a ella, viene velozmente hacia mí, son la sangre de la nariz aun brotándole.
         -¡¡¡Eres una perra, si tu esposo no te sabe domar, lo hare yo, las mujeres no valéis nada!!!- aquellas palabras hicieron emerger  una chispa que me hizo reaccionar.
         -¿Qué has dicho?
         -Jajaja, ¿te atreves a retarme?- viene corriendo hacia a mí, yo comienzo la carrera hacia la orilla. Pero el más veloz, me engancha por la cintura y me sumerge en el agua, me agarra del cuello.
 No puedo respirar, ¿esto es el final...?

3 comentarios:

  1. Gracias :)

    es buena esta parte

    & no dejo de imaginarme cada palabra al leer ;)

    un besote

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  2. Hey :)) acabo de abrir un blog que consiste en que vosotras enviais a mi correo cosas que os apetezca contar, o problemas que tengais, o algo en lo que necesiteis consejo, y yo lo publico en el blog para que todas las demás puedan comentar y dar su opinión... :)

    que te parece? ^^ Como acabo de empezar necesito ayudaaa... :P um beso♥

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  3. me encanto la historia , la pisicina que emocion , justo cuando te relajabas llego el faraon. bueno me encanta leerte.

    besitos.

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