sábado, 20 de noviembre de 2010

Capítulo IV

Algo despierta en Inaya.
El Faraón va ejerciendo menos presión en mi cuello a medida que mi cuerpo pierde toda la fuerza, y paro de oponerle resistencia.
Todo se oscurece. No, no puede ser…
El faraón se levanta, sale de la piscina completamente empapado, coge un gran jarrón lleno de pétalos de rosas, y esparce el contenido por toda la “piscina”  deposita el jarrón en el suelo y se marcha por donde había entrado, dando la espalda a la piscina y al cadáver de Inaya. Desaparece por la puerta.
Todo en aquella habitación queda estático, como si nada hubiera pasado.
Un gran manto de pétalos de rosa impedían la vista del fondo de la “piscina” donde se encontraba el cuerpo  sin vida de Inaya.
Una oscilación entre los pétalos indica movimiento en las aguas.
Algo se mueve, algo parecido a Inaya emerge, era ella, pero su aspecto estaba totalmente cambiado, su piel ya no era morena si no que tenía un aspecto grisáceo casi azulado, el pelo también era de un color azul pálido y el otro cambio eran sus ojos, con el iris felino sumergido en aguas azules .



Su hermosura seguía ahí, pero su humanidad no.



6 comentarios:

  1. Los grandes personajes no se desvanecen tan rápido... :)
    Buen relato^^

    D!SFRUTA!!

    ResponderEliminar
  2. No manches la verdad es el primer cap que leo y me gusto, mas no le entendi muy bn asi que que leere los otros cap, muy buena narracion me gusta, saludos adios

    ResponderEliminar
  3. que bonito , pero me da tristeza que ella este muerta. los petalos de rosas hacen un contraste con su cuerpo tendido.

    me encanta la historia , tus palabras tan bellas hacen de esta hisotiria un mundo maravilloso que hace que vuelva una y otraves.

    un besote. Dry.

    cuidate nino

    *   ★★   

    ResponderEliminar
  4. No me hubiese imaginado que continuaría así...
    :)

    me gusta

    un besote


    me avisas para el 5 capítulo

    :)

    ResponderEliminar
  5. bello que te digo. me encantan tus historias son tan bellas me emocionan y siempre me empapo de ellas como si fuera lluvia en un atardecer de abril.

    besitos

    te extrano

    ResponderEliminar
  6. ¡Yo soy grisacea de nacimiento y soy humana!

    ResponderEliminar